De nuestro viaje a Iserdon y lo que en el nos aconteció

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Se nos comunicó, una vez en el alto mando, que debíamos ir a cierto planeta (Iserdon) e investigar la causa por la que habían desaparecido dos agentes de Andranaera, enviados allí quince años antes. Se nos advirtió, además, que las comunicaciones con el planera eran deficientes y solo podrían intentar recogernos en el mismo punto al cabo de un mes. Seriamos depositados momentos más tarde en una zona desolada que habían localizado desde la base.

Cuando llegamos, nos dimos cuenta de que la planicie estaba cubierta de polvo de rubí, piedra preciosa intimamente relacionada con la magia de fuego, según recuerdo de mis estudios de magia. Además, constatamos que el nivel de maná era inusitadamente alto, dado que los legos en la materia pero que tenían habilidad innata, pronto aprendían la lengua mágica (en alrededor de tres horas). Ello me hizo pensar que, tal vez, la desolación podía estar relacionada con la magia de algún modo.

Tras no mucho caminar, vimos desde lejos un caballo montado por una joven de unos dieciseis años que llevaba un bebé en brazos. Preguntándole quien era, nos respondió que era esclava de un hombre que vivía al otro lado del desierto y que había escapado con la intención de poner a salvo al bebé de unos asesinos que lo perseguían para un sacrificio ritual y, tras ello, volver con su amo para comprar su libertad y devolverle el caballo, un soberbio ejemplar que sólo unos pocos hombres muy ricos pueden permitirse. Se dirigía hacia el límite del desierto que quedab a más cercano a nuestra posición, para alcanzar el bosque, y llegar desde allí a una importante ciudad que había en los contornos. Durante todo el tiempo nos comunicamos en lenguaje mágico, que ella dominaba pero no usaba en público por ser una esclava (nota: los esclavos son reconocidos porque sólo dominan un idioma). También nos comentó que el bebé era hijo de otra esclava, de unos dieciocho años, que había muerto hace poco.